Pero cada uno tiene una idea diferente. Hay quien va al circo, por ejemplo. Allí se relaja viendo a los artistas y, si quiere y le gusta, puede seguir viendo la doma de animales, que por fin la gente sensata empieza a rechazar y a considerar ilegal. Pero dicen que está llegando el momento en que se prohibirán estas cosas.
Pero en el circo se puede ver algo más que crueldad animal. Hay payasos, que suelen ser también guías durante todo el espectáculo, o se puede ver a los artistas en la cuerda floja, a gran altura. Claro, hay una red debajo de ellos, pero el propósito no es que se hagan añicos al caer, sino que se pueda juzgar su habilidad para mantener el centro de gravedad. Más saltos y volteretas son sólo la guinda del pastel.
A algunas personas también les gusta ver a acróbatas que pueden coger y lanzar al mismo tiempo cualquier cosa que tengan a mano. La mayoría de las veces son conos o anillas, pero pueden lanzar cualquier cosa. En sus manos, casi todos los objetos que se pueden coger cobran vida. Así, por ejemplo, no será un tranvía, sino varias botellas, platos o bolas de colores, que manejan con maestría. Y como hacen malabarismos con estas cosas, se les llama malabaristas. No es fácil de aprender, pero no dudes en intentarlo. Verás que realmente no es fácil.
Otro espectáculo popular es el de un hombre que lanza cuchillos u otra cosa a un blanco. Y a veces todo el espectáculo se adereza con el hecho de que el objetivo está vivo. Normalmente es una zorra guapa la que se erige valientemente en diana, pero nunca le dan. Siempre falla. El público chilla de horror, sobre todo las señoras, pero es lo que toca. No sería lo mismo sin eso.
Bueno, como escribimos al principio, un payaso o bufón acompaña este y otros números. En realidad, puede hacer casi de todo, y no pocas veces es el propio director. Pone al público de buen humor y garantiza carcajadas. Ojalá duraran.